América, el Nuevo Mundo, constituye un heterogéneo conglomerado en el que se mezclan paisajes, pueblos y gentes. Joven y vieja a la vez, es un grandioso escenario en el que han aparecido múltiples culturas y lenguas, muchas de ellas de considerable antigüedad y de significación universal.
América es un continente extendido de norte a sur. Gracias a las diferencias de altitud, se hallan representados todos los climas de la Tierra y todos los paisajes. Las Montañas Rocosas, la Sierra Madre y los Andes, es decir, los sistemas montañosos más importantes, se encuentran en la vertiente del Pacífico. Ello deja extensas llanuras en la vertiente atlántica, donde discurren ríos tan caudalosos como el Mississippi o San Lorenzo, en Norteamérica, y el Orinoco, Amazonas o Paraná-Rió de la Plata, en América del Sur.
Ya desde los primeros momentos del contacto con los europeos, la cuestión de los orígenes humanos o culturales de América ha sido objeto de discusiones. La tesis más generalizada admite que hace unos 40.000 años el poblamiento de América se produjo desde Asia, primero a través de un helado estrecho de Bering y luego por mar. Además, se ha sugerido la existencia de contactos a través del Pacífico entre Sudamérica y poblaciones del Extremo Oriente asiático y Oceanía.
De los cerca de 40.000 años de historia aislada de los amerindios, lo más importante desde el punto de vista artístico y cultural se ha desarrollado entre el 1500 a.C. y el 1500 d.C. En estos tres milenios, algunas sociedades indígenas evolucionaron desde el nivel de las bandas de cazadores y primeros horticultores hasta los señoríos o jefaturas y los estados.
Una multitud de culturas, con grados de desarrollo diferentes, fueron surgiendo a lo largo y ancho del continente. Se ha establecido la existencia ocho áreas culturales principales en la América prehispánica, aunque Mesoamérica y el área andina, junto con la Intermedia, son las dos en que se alcanzaron culturas más complejas.
En estas áreas, los estudiosos distinguen tres etapas en el estudio de las grandes culturas indígenas. La primera, llamada Preclásico o Formativo, entre el 1500 a.C. y el 200 d.C., es equivalente al neolítico del Viejo Mundo. Representa el nacimiento de la vida en aldeas, pero también el surgimiento de las primeras grandes civilizaciones, como la Olmeca, en México y la Chavín, en Perú.
La etapa clásica abarca casi un milenio, entre el 200 y el 900 ó 1000 d.C. Tanto en Mesoamérica como en el área andina constituye el momento de mayor esplendor artístico y cultural de toda la América precolombina. En Mesoamérica, las áreas de civilización más extraordinarias son tres: la civilización teotihuacana, en el centro de México; la zapoteca, en el Valle de Oaxaca, y la maya, en el sur de México y Guatemala. El clasicismo andino tuvo su desarrollo en varias altas civilizaciones de la región, como son la Mochica y Nazca, en la costa peruana, y Tiahuanaco, en la región del lago Titicaca.
El último periodo prehispánico, el Postclásico, abarca en realidad los últimos quinientos años de la historia precolombina. Representa, tras una crisis política y ecológica en torno al año 1000, el renacimiento de formas artísticas pasadas y el establecimiento de pautas políticas nuevas, en las cuales el militarismo y la clase social de los comerciantes representan un peso considerable. En Mesoamérica, las civilizaciones tolteca y maya-tolteca conducirán al desarrollo político de los aztecas. En el área andina, las culturas Wari, Chimú o Ica culminarán en el grandioso imperio Inca. Mayas, incas y aztecas construirán los mayores desarrollos culturales de la América prehispánica.
La cultura maya alcanza su esplendor en el periodo Clásico, aunque durante el Postclásico logrará también un altísimo nivel. El área maya comprende los territorios de Yucatán, Belice y Guatemala, además de ciertos sectores de Honduras y El Salvador.
El clasicismo maya se caracteriza por la aparición de estelas con jeroglíficos, el desarrollo del calendario, la característica falsa bóveda o bóveda por aproximación de hiladas y la introducción de la cerámica polícroma. Los mayas levantaron grandes ciudades en el corazón de las selvas mesoamericanas. Una de las más espectaculares fue la de Chichén Itzá, con el gran templo de Kukulcán presidiendo el recinto ceremonial.
La civilización de los incas es el resultado de un prolongado proceso evolutivo de unos 20.000 años en los Andes, que viene a culminar muy poco antes de la llegada de los españoles. Los incas fueron capaces de crear un vasto imperio, que se extendía entre Pasto, Colombia, y el río Maule, en el Chile central, así como entre el Pacífico y la selva amazónica. El dominio de tan gran imperio se realizaba desde el Cuzco.
La sociedad inca estaba perfectamente organizada y jerarquizada. Sólo así se entiende que fueran capaces de levantar tan grandes construcciones en un medio tan hostil como el andino. Los mayores esfuerzos de los incas se orientaron hacia el terreno de la arquitectura y la ingeniería. En la cumbre social estaba el Sapa Inca, considerado el Hijo del Sol. Un nutrido grupo de funcionarios constituían la élite del Imperio
La tercera y última gran civilización americana es la azteca. El pueblo azteca o mexicana fue el último en llegar al valle de México tras una larga peregrinación, procedentes de Aztlán, un lugar indeterminado en el norte. En apenas doscientos años, bajo el dominio de distintos emperadores, los aztecas crearán el Imperio más poderoso de Mesoamérica.
México-Tenochtitlan, fundada hacia 1325 y edificada en una isla, estaba atravesada por multitud de calzadas, canales y callejas. Unida a tierra firme por varias calzadas, durante el siglo XV será la ciudad más poderosa, alcanzando quizás los 300.000 habitantes. El populoso mercado de Tlatelolco asombrará a los conquistadores por la variedad de productos que en él se venden. Pero el centro de la vida cotidiana de los mexicas será el recinto ceremonial del Templo Mayor, que llegó a tener unos setenta y ocho edificios. En el Templo Mayor, edificado en sucesivas fases, se llevarán a cabo terribles sacrificios, necesarios para perpetuar la alianza del pueblo azteca con sus dioses.
Las altas culturas precolombinas constituyen uno de los logros más importantes desde el punto de vista cultural de todo el planeta. Superado el trauma que supuso el contacto con lo europeo, que dio lugar a una nueva civilización mestiza, las raíces profundas de la América actual están en el esplendoroso y mágico pasado de las culturas prehispánicas.
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